Hoy conoceremos la transformación de un patio de luz y área social al interior de un departamento de Buenos Aires, partiendo de una construcción que se encontraba prácticamente en ruinas y, por medio del detallado y profesional trabajo de Jimena Serradell, llegar a un espacio que desborda encanto y color rodeado de una atmósfera luminosa y brillante, como si el sol hubiera entrado a posarse en la sala.
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Esta imagen muestra las dos vistas de un pequeño patio de luz cuya poca superficie era asfixiante al encontrarse rodeada de pretiles y muros descoloridos y añejos, ventanas sucias y vegetación que crecía sin ton ni son. El proceso de metamorfosis comenzó limpiando la zona, descubriendo la cuadriculada ventana a un extremo y el ventanal corredizo al otro. Además se abrió una serie de puertas de cristal deslizables en el extremo longitudinal, los cuales vendrán a conectar los interiores del área social con este patio que promete mucha belleza.
La habitación al interior de la ventana cuadriculada parecía almacén de cosas viejas y hasta provocaba miedo. La luz natural no podía entrar a través de tanto desgaste y abandono, los colores oscuros que rodeaban cada vano acababa con el posible encanto que pudo llegar a tener alguna vez la casa.
El cambio incluyó, además de liberar los cristales de suciedad, eliminar la marquetería y puertas de madera al interior, repintar la herrería de la ventana en color blanco y restaurar el hermoso mosaico del piso. Desde este momento el interior luce más libre y luminoso, pero aún no has visto el resultado final…
Esta vista corresponde al corredor que comunica el área social con el patio de luz. Antes contaba con ventanas enmarcadas en madera oscura, rodeadas de paredes enmohecidas y con un plafón anticuado y obsoleto en el techo. Ahora el espacio se encuentra abierto y se comunica directamente con el patio por medio de tres puertas de cristal deslizables. La luz entra a raudales, el piso de mosaico se mantuvo en ciertas zonas de la casa y en otras se modernizó el estilo, dejando un piso de cemento pulido en su color natural, contrastando con el patrón clásico y tradicional de las viejas baldosas.
Finalmente aquí lo tenemos: el área social del interior ya no luce oscura, obsoleta ni tétrica, ahora se presenta luminosa y radiante, cálida y amigable. La zona integra en un mismo espacio la sala, el comedor y la cocina. El muro acristalado permite disfrutar de la romántica belleza del nuevo patio, en donde hermosos macetones refrescan el lugar y delicados muebles de herrería blanca complementan el diseño del exterior.
El espacio es pequeño pero ha sabido aprovecharse perfectamente para crear una atmósfera cálida y luminosa, sin perder de vista la funcionalidad que cada zona requiere. El patio de luz cumple su función ahora sí, iluminando y ventilando naturalmente los interiores de la vivienda, cuyos colores blancos y destellos en madera reflejan la luz generando una maravillosa sensación de paz y bienestar.
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